Quizás pocos oyeron hablar de Milton Erickson, un psicólogo norteamericano contemporáneo.
Hace muchos años me topé con su nombre en una revista Uno mismo, donde el autor de la nota era impactado por la forma en que Milton Erickson lo recibe, le habla, lo hipnotiza y lo cura en el mismo transcurso de la entrevista que fue a hacerle.
En esos momentos busqué por las librerías algo más de este enigmático personaje sin éxito. Estoy hablando de los años 80, donde la Internet estaba siendo soñada en los laboratorios.
Un lunes veo «Mi voz irá contigo» en manos de un amigo. Mis ansias de leerlo «ya» se dispararon; tuve que esperar un tiempo para poder gozar de los relatos terapéuticos de este señor.
Lo que uno lee alguna vez y que le impactó queda en alguna especie de sitio mítico; seguramente es el resultado de una resonancia interior con algo que se necesita: en ese estado (mítico) estaba mi impresión sobre Milton Erickson.
Devoré el libro con cuidado, leí algunos párrafos dos o más veces.
Realmente es un libro fascinante, el arte de Erickson trasciende lo terapéutico. Leer ese libro es una especie de autoayuda. Como lo dice el mismo libro, los relatos suenan en uno moviendo sutiles o no tan sutiles aspectos psicológicos.
Es como un viaje por las posibilidades de uno; con sus propios medios; sin muchos resquemores ni tantos cuidados: es uno mismo quien tiene los recursos para transitar por la vida.
En lo particular me quedaron en claro los siguientes aspectos:
- El no temor al poder, el uso correcto del poder
- El uso de las adversidades como oportunidades; el mismo Erickson tuvo poliomilitis.
- La felicidad y la alegría de vivir que trasunta por todo el libro